Hace más de un año la pandemia me tomó por sorpresa. Nadie pudo prever la situación en la que nos encontraríamos a lo largo del año 2020 ni en los cambios que en muchos aspectos actualmente nos encontramos y como afectarían ello al coaching profesional.
En tanto toda esta situación sigue su propio curso, se sostiene en paralelo mi andar, el andar de los coaches profesionales que trabajamos de manera independiente para las organizaciones, así como también los procesos de crecimiento, aprendizaje y transformación personal de nuestros clientes o coachees.
En este andar, he aprendido a recordarme y encontrarme agradecida por aquello que me ha permitido sostenerme a flote, que ha sido y viene siendo la misma herramienta que es contenido en cursos y certificaciones que enseño y en el trabajo que realizo: la disciplina del coaching.
“La mejor forma de predecir tu futuro es crearlo». – Abraham Lincoln
Como coach profesional me es importante continuar al servicio de nuestra comunidad, seguir llevando a cabo este trabajo en servicio que me apasiona tanto y me lleva a idear formas y estrategias para que mis clientes se lleven las mejores experiencias dentro de sus procesos de aprendizaje.
A lo largo de este último año, he recibido comentarios como: “es mejor esperar que pase”, que requerimos esperar para reencontrarnos con ese contacto directo, cercano y propio en el que se desenvuelve un coach. Frente a aquella idea, denme el permiso para decirle no. No podemos esperar. Nuestros clientes no pueden esperar, cuando el alma pide buscar y encontrar paz interna, ese pedido no puede ser dejado de lado.
Pues bien, si no hay excusa para no continuar laborando, mi mirada interior me dice que debo confrontar algunas ideas del coaching, traer a mi mente que así como en su momento apareció esta disciplina para mostrarse como una nueva y potente herramienta de transformación para conocer y aceptar que la vida avanza, ver también que dentro de ese desarrollo aparece la tecnología, el internet, la inteligencia artificial; es decir, la ya conocida Revolución 4.0 y, así entonces, mi trabajo profesional va a ir experimentando cambios de los que no podré verme ajena. Aceptando ello, reconozco que necesito al internet como mi aliada para ahora incorporarla como una de mis herramientas a emplear en mis sesiones de coaching profesional individual, de equipos en las organizaciones, de grupos para el público abierto así como en la Formación Internacional de Coaching con Fundamentos en Psicología en la cual enseño.
En ese nuevo escenario, no tiene, sostengo yo, por que el coaching perder su esencia. El arte del coaching profesional ocurre en un contexto bien particular. Exhorta una sensación de confianza sostenida y la estable convicción que el coach que está al servicio posee capacidades de observación poderosas. En ese sentido, tanto la confianza como la observación puesta al servicio del coachee o cliente, van a permitir en este, la expansión de su SER logrando obtener una experiencia humana que le lleve a aprender algo. Aprender lo que solo o sola no está consiguiendo. Y todo ello es llevado a cabo de la mano del coach y su coachee, mas no de la máquina.
¿Puede la virtualización de las sesiones individuales de coaching y de la formación como coach profesional interrumpir esa expansión?
Sobre ambos aspectos, confianza y observación, presentes ya en el coach profesional, como muchas otras habilidades, y que han ido madurando y puliendo a través de los años de ejercicio profesional, podemos afirmar acaso con evidencia o sustento que se vayan a diluir o fallar durante una sesión de coaching virtual o durante una clase de formación. Les planteo una afirmación: Yo no lo creo así. Por el contrario, juzgo que aquella energía y amor que nos mueve a los coaches profesionales a poner lo mejor de nosotros al acompañamiento del viaje de aprendizaje del que venimos hablando, harán que nuestras competencias se muestren y que el lugar desde donde se necesita hacer coaching, aparezcan.
En este orden de ideas, hago una breve mención de esos lugares desde donde se hace coaching:
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- La Irreverencia Gentil: Nuestra capacidad para decirle al otro aquello que necesita escuchar, independientemente de lo que se deba o no decir; ello para apoyarle a desafiar sus propias creencias y traspasar la construcción que se ha creado de la historia que le tiene atrapado(a).
- La Liviandad: Nuestra capacidad para mostrar al coachee la poca gravedad o poco peso que puede tener algún quiebre y poder así lograr que aquél se haga cargo de éste. Nos lleva a reírnos suavemente de nosotros mismos.
- La Intuición: Nuestra capacidad reflejada como un tipo de sabiduría del que no sabemos de dónde viene y que se muestra como una vía para chequear si el quiebre del coachee va por donde intuimos que va.
- La Pasión: Nuestra capacidad de reunir las garras, la fuerza o esa cierta energía que requerimos como coaches para impulsar la transformación de otros. No me refiero con la intención de apurar al coachee sino para que la vitalidad de aquél o aquella vuelva a recobrar presencia.
- La Capacidad de Servicio: nuestra capacidad como coaches para acompañar al otro tan humano como nosotros, desde la compasión y el amor incondicional, sin la postura o ilusión de que podemos saber más, que somos superiores o que lo hacemos mejor.
- La Paciencia: nuestra capacidad de comprender y aceptar que cada coachee tiene el ritmo que tiene, ninguno mejor que otro, siendo relevante para nosotros saber escuchar ese ritmo dentro del arte del coaching profesional.
- La presencia de coach: es nuestra herramienta más poderosa, siendo esencial para decir lo que vamos a decir, permitiéndonos generar conexión con el coachee, apropiarnos del espacio y diciendo lo que dentro de nuestra conexión surja.
Desde mi mirada, la presencia de estas se muestra como una primera certeza de que la virtualización de nuestro trabajo cumplirá con la oferta que se le haga al coachee, con acompañar desde nuestro amor de servicio a quién lo necesita, con lograr esa conexión y cercanía que generan la apertura del coachee para con su coach. Tanto persona como empresa podrán a través de la experiencia, reconocer que el medio empleado no disminuye o altera las capacidades del coach, de su coach.
Sumado a ello, tengamos en cuenta que según Price Waterhouse Cooper el coaching profesional logra en las empresas los siguientes beneficios:
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- Mejora de hasta un 70% en el rendimiento laboral.
- Mejora de hasta un 61% en la gestión empresarial.
- Mejora de hasta un 57% en la gestión del tiempo.
- Mejora de hasta un 51% en la eficacia del equipo.
- Mejora en la auto confianza de hasta un 80%
- Mejora las relaciones, hasta un 73%
- Mejora las habilidades de comunicación en un 72%
- Mejora en el balance vida/trabajo de hasta un 67%
Fuente: Estudio de cliente ICF Global de Coaching llevado a cabo por PricewaterhouseCoopers.(2020)
https://coachingfederation.org/research/global-coaching-study
Finalmente, puedo permitirme señalar que, en una época de muchos cambios, traer de las sombras a nuestras luces la resiliencia, la adaptabilidad, la aceptación, me va y nos va a permitir experimentar otras formas de trabajo, otras maneras de alcanzar nuestros proyectos, sueños, otras maneras de danzar y cocrear en comunidad.
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Minibio:
Se desempeña como Coach Ontológica Integral y como Coach de Negocios a Consciencia en la práctica de coaching, así como docente y facilitadora para el desarrollo. Master Coach en Happy Management® Institute y en la Certificación Internacional de Coaching con Fundamentos en Psicología.
CERTIFICACIÓN INTERNACIONAL DE COACHING CON FUNDAMENTOS EN PSICOLOGÍA
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FECHA DE INICIO : 18 de noviembre del 2021